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Murales de Lotes Comunitarios, 2008-09

A finales de 2006, empecé un año de trabajo voluntario con Americorps durante el cual moví tierra, piedras y árboles como parte de mi colaboración con el Equipo de Lotes Comunitarios de la asociación civil Trabajos Cívicos en la ciudad de Baltimore, en Estados Unidos. Fue el comienzo de una amistad duradera con Ed Miller, el director del equipo, y después de mi año de servicio, me siguió invitando a colaborar en diversos proyectos, sembrando las semillas de sus conceptos creativos en el suelo fértil de mi mente para que yo pudiera convertir sus sueños artísticos en realidad.


El primer mural que pinté en el piso, El Camino de las Flores (2007), fue en realidad una idea de Ed; hasta ese momento yo había pintado varios murales, pero todos habían sido murales pintados en las paredes, siguiendo la tradición. Ed tuvo la idea de pintar sobre la superficie horizontal de una calle de asfalto, creando una especie de mural-paso peatonal para conectar dos jardines que se habían instalado a ambos lados de un callejón cerrado en el oriente de Baltimore. También me sentí muy inspirada por un viaje reciente a la India, donde en el estado sureño de Tamil Nadu había tenido la suerte de ver el ritual matutino de las mujeres que decoran las entradas de sus casas con kolams (diseños mandálicos elaborados con polvos de arroz y piedra). Varios voluntarios ayudaron a pintar el diseño floral que diseñé sobre el asfalto. 


Tanto el arte como los jardines son fuerzas creativas de vida. Los jardines están compuestos por plantas; el arte es la expresión creativa del animal humano. El arte y los jardines se complementan, ya que ambos expresan la posibilidad de renovación. Las flores y los árboles comienzan como pequeñas semillas y crecen hasta que están altos y vibrantes; el arte comienza con unas ideas que luego se hacen tangibles, con colores y forma. El arte puede ser un buen medio para que una comunidad se exprese y diga—‘Oigan, vivimos en este lugar, esta es nuestra historia’. El arte puede generar un sentido de responsabilidad común sobre un espacio y como tal puede fomentar el respeto hacia las personas, animales, plantas, piedras y edificios que integran la comunidad o el barrio en el que existe la obra de arte. A través de estos proyectos pude constatar de primera mano el poder del arte y de los jardines para generar un impacto positivo en nuestras vidas. Estoy eternamente agradecida de haber tenido la oportunidad de colaborar con Ed Miller en la creación de estos espacios sagrados.